lunes, 16 de agosto de 2010
Razas de Eberron: Los kalashtar (I parte)
Todas las criaturas sintientes de Eberron tocan Dal Quor cuando sueñas y, cada alma, cada raza, da forma a su pequeña frontera de Dal Quor. Huyendo de la Oscuridad Onírica, Taratai guió a sus seguidores en un éxodo a través de los sueños de los mortales. Mientras que los quori no pueden viajar físicamente entre planos como resultado de la guerra Gigantes-Quori y la destrucción de la treceava luna, Taratai creía haber encontrado una forma de cruzar a través del subconsciente hasta cuerpos mortales en Eberron – siempre y cuando se encontraran los portales propicios y los huéspedes fueran convencidos para aceptar a los viajeros.
Durante un año Taratai y sus quori viajaron de sueño en sueño, pasando por los sueños de dragones y bestias sin encontrar ningún lugar donde descansar. Los agentes de la Oscuridad Onírica todavía les estaban pisando los talones y entre la Oscuridad y los propios peligros de los sueños, los seguidores de Taratai estaban siendo destruidos lentamente. Finalmente, Taratai encontró el pasaje que necesitaba en -802 YK – un conducto subconsciente hasta la mente de un monje llamado Hazgaal de la montañosa nación de Adar, en la punta sudeste del continente de Sarlona. Sabía que no podría mantener la conexión mucho tiempo pero rogó por su caso a Hazgaal, que era el líder del monasterio- y para su sorpresa, él aceptó a su banda de espíritus fugitivos. Adar era la tierra del refugio, dijo, y ninguna criatura será expulsada.
Sesenta y siete hombres y mujeres adaranos – incluyendo al propio Maestro Hazggal – se ofrecieron voluntarios para compartir sus cuerpos con los espíritu quori renegados. Para poder establecer un vínculo permanente y escapar realmente de Dal Quor, era necesario que los quori se mezclaran totalmente (mente y espíritu) con sus huéspedes humanos, creando una síntesis de ambas personalidades. Esos fueron los primeros de los que Taratai llamo kalashtar, una palabra en Quori que se puede traducir como “sueños errantes”. A los kalashtar les llevó un tiempo adaptarse a su nueva existencia, pero finalmente era libres de la Oscuridad Onírica.
El kalashtar Haztaratai (aunque en muchas historias se le siga llamando Taratai) continuó en el cuerpo de Hazgaal sus estudios de la naturaleza de Dal Quor y de la Era del Sueño y desarrolló las tradiciones que son el centro de la fe kalashtar (y ahora también adarana) llamada el Camino de la Luz. Una serie de prácticas y devociones que creía que acelerarían el cambio de era en Dal Quor.
Los inicios fueron inciertos para la primera generación de kalashtar.¿Qué pasaría cuando un kalashtar muriera? Pero antes de encontrar la respuesta a esa cuestión, otro misterio fue revelado: el del nacimiento. Cuando el primer niño kalashtar nació se dieron cuenta de que el espíritu quori ligado al progenitor también tenía un vínculo con el niño. El espíritu, Harath, se dio cuenta de que le costaba más esfuerzo comunicarse con ambos huéspedes, pero que ahora era consciente de las experiencias de ambos.
Durante los siguiente siglos el proceso continuó. Y más y más kalashtar nacieron mientras los espíritus quori se mezclaban entre ellos hasta que resulto casi imposible para el espíritu comunicarse directamente con el kalashtar. Sin embargo, los recuerdos y la personalidad básica seguían allí, e incluso aunque no pudieran comunicarse, los espíritus seguían vivos y conscientes, experimentando el mundo a través de los sentidos de cientos de descendientes.
Cada generación de kalashtar era físicamente más distintivo que el anterior y cada una vivía más que la anterior. Estaba claro que la simbiosis espiritual entre humanos y quori estaba teniendo efectos físicos en los anfitriones. Y cuando, poco a poco, se fueron adaptando mejor a esta nueva situación, los kalashtar empezaron a desarrollar habilidades psiónicas. Los kalashtar no tienen acceso a los poderes psiónicos completos de sus ancestros, pero a pesar de ello poseen habilidades asombrosas: pueden volar, enviarse mensajes mentalmente y transformar sus cuerpos en armas vivientes. Fue un tiempo de maravillas.
Los kalashtar nacieron en las montañas de Adar, la montañosa región de Sarlona. Descendientes de los quori, una raza de espíritus inmortales exiliados desde Dal Quor, el plano de los sueños, los kalashtar tienen una paciencia infinita y la firme convicción de que sus tradiciones traerán un día una era dorada a todos los seres vivos de Eberron. Ellos no quieren cambiar en ningún sentido; saben que se necesita hacer para luchar contra la Oscuridad Onírica y lo continuarán haciendo hasta que tengan éxito o sean destruidos. Esta actitud se refleja en el rígido estilo de vida monástico de los adaranos, que ha permanecido sin cambios durante más de un milenio.
Casi todos los kalashtar viven en uno de los ocho monasterios-fortaleza de las montañas de Adar. El tiempo que no utilizan meditando o rezando está dedicado a la defensa devota del reino, manteniendo las batallas de Adar contra el asedio implacable de los inspirados de Riedra. Los kalashtar adaranos no tienen tiempo para los cambios culturales y tampoco tienen ninguna razón para pensar que esos cambios son necesarios.
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